Desde hace muchos años soy aficionado a los aguardos.
Localizar bañas, rascaderos, lugares querenciosos de los cochinos, sus gateras de salida del monte, ubicar de forma correcta el puesto, prepararlo, siempre me ha parecido una forma de caza ilusionante y que engancha, además de no ser nada aburrida.
Aunque no consigas buenos resultados, siempre serás espectador privilegiado del ocaso del sol en el campo; observar como se apaga la actividad de unas especies diurnas y comienza la de otros bichos montunos que despiertan del letargo obligado por el calor del día.
Aprovechando el periodo vacacional, estoy de nuevo inmerso en el control de unos puestos de aguardo, sin mucha fortuna por ahora, pero que estoy seguro que más pronto que tarde, me darán alguna alegría. Son dos bañas naturales y un comedero.
No es una zona con una densidad elevada de cochinos, aunque si que han producido daños a la agricultura y es por lo que nos han autorizado los aguardos diurnos.
Localizarlos no es nada fácil este año, habida cuenta de la gran cantidad de alimento que tiene disponible y los numerosos charcones con mucha agua que pueden utilizar para refrescarse y desparasitarse. Estas dificultades son las que hacen apasionante esta modalidad de caza, solitaria, y en la que te enfrentas a un animal muy inteligente, al que no es nada fácil cogerle las vueltas.
En esta baña natural tengo especial fe, en cuanto aprieten los rigores veraniegos
Perfectamente camuflado para la espera
Comedero en un lugar de paso, buscando aquerenciarlos.