martes, 29 de julio de 2014

Pateando tras las carpas

Como he comentado en alguna ocasión, es complicado pescar a mosca desde el kayak hinchable cuando vas solo y hace una mínima brisa, por lo que hoy he decidido pescar desde el pato, mucho más manejable.

El lugar elegido hacía tiempo que no lo visitaba; una recula donde siempre había sacado algún bass y había visto una buena cantidad de carpas.
La tarde se presentó muy calurosa y con poco viento.

Monté dos cañas, una con popper y la otra con un escarabajo de foam, para estar preparado para cualquier lance.




A pesar de la buena pinta de la recula, con mucho taraje sumergido, no ví ningún bass, y las carpas solo se veían saltar de vez en cuando, ninguna boqueando en superficie.

Lo intenté con distintas imitaciones, pero el resultado no variaba. 
Me extrañó ver pocos alburnos, y algunos muertos en superficie.

Tras un buen rato dando vueltas por la recula, observé una carpa a unos 40 metros en superficie. Comencé a patear hacia su posición y pude efectuar un buen lance a un escaso palmo de su cabeza. Se dirigió al escarabajo y lo tomó, más la precipitación me pudo y le saqué el foam de la boca.

Decidí quedarme por la zona, pues estaba a la sombra y al resguardo del escaso viento. A los pocos minutos emergieron un par de carpas, colocando de nuevo el engaño en su trayectoria. Esta vez tuve más paciencia y pude prender al ciprínido que ofreció una bonita lucha.



 Era una carpa común muy delgada, aunque no se veían signos externos de padecer ninguna enfermedad.




Concluí la tarde cuando aún quedaba más de una hora de luz, pero había que pensar en el largo camino de retorno y en desmontar toda la intendencia de material que portaba, que seguro que consumiría un buen rato.

sábado, 26 de julio de 2014

" Una hembrilla..."

Y es que a Felipe siempre le gusta bromear con sus lances, casi siempre afortunados.

Acepté hace una semana una invitación suya para realizar un aguardo en el coto donde tiene los permisos; dada la insistencia en esa invitación desde hace mucho tiempo y estar de vacaciones, no he podido negarme, aunque mi primera intención era acompañarlo al puesto sin arma. 

Junto con otro amigo suyo recorrimos buena parte del acotado antes de llegar a las posturas que llevaban preparadas mucho tiempo, pero que apenas si habían sido cazadas. Todas ellas estaban muy tomadas, así que ilusionados nos colocamos a las 9 de la noche.



 El puesto que me correspondió dominaba un llano en alto con dos comederos, uno bajo una encina y otro en el mismo centro del claro. El tiradero era bastante limpio, pero el tiro sería un pelín largo (más de 80 metros), lo cual me inquietaba un poco por no llevar apoyo para el rifle.
Una suave brisa me entraba del costado izquierdo, pero al estar a tanta distancia no creí que influyese en un posible lance; además ese aire iba amainando, quedando una noche fresca pero agradable.



Pasaron los minutos y no se oía nada en el campo, salvo los dichosos mosquitos que no pararon de dar la lata. 

Casi a punto de ser noche cerrada oí un disparo de Felipe y, acto seguido, un tropel que me entraba por la izquierda en dirección al comedero. En pocos segundos oí una piarilla mascar el maíz del cebadero. Vi cuatro cochinetes y mi primera intención fue no disparar, pero como el permiso era por daños, cambié de opinión.
Monto el pelo y ajusto el visor a 8 aumentos. Aprieto el gatillo...y el famoso click. "Joder, con la de años que llevas en esto y se te olvida cargar el arma..." Con sumo cuidado acerrojo de nuevo y vuelvo a montar el pelo. Los cochinos siguen a lo suyo, pero ya solo distingo una pelota, así que apunto con cuidado, aunque con mal apoyo de los codos, y disparo. Oigo la carrera de los cochinos salir en desbandada y me da la impresión de que no le he dado a ninguno. Busco la Mag Lite en la mochila y, efectivamente, parece que ninguno de los guarros haya caído.

A los pocos minutos aparece mi anfitrión al que pregunto si ha cazado algo. "sí, una hembrilla que ha entrado despistada, ahora vamos a recogerla..."

Le cuento el lance y nos acercamos a donde efectué el disparo para certificar el clamoroso fallo.
Satisfechos por el buen rato pasado, vamos a recoger a nuestro otro acompañante, que no había visto nada en su postura, de la que Felipe confiaba en que entrara un buen cochino, por las marcas que había observado días atrás.

Ya todos montados en el Discovery, nos dirigimos a ver la hembrilla que había abatido Felipe...






" Que cabrito, menuda hembrilla..."

Un navajerete de pequeño cuerpo pero con un precioso trofeo nos estaba esperando en la entrada de su puesto.
Tiro perfecto al cuello, con el 308, a una veintena de metros.
El cochino muy limpio, canoso, pero de pequeño porte, que nos dió la alegría de la noche, sobre todo a su cazador, que ya ostenta unas cuantas de estas bocas en su haber, fruto de la gran afición y preocupación constante en hacer bien las cosas.

Enhorabuena, mozo.