domingo, 29 de noviembre de 2009

Tercera de la temporada. Perdigueras 28-11-2009.

Estupendo día de montería en el que, además, los resultados estuvieron a la altura de lo que se esperaba.

Tanto a mi amigo Álvaro como a mí nos tocaron en suerte dos puestos contiguos en una traviesa: puestos 4 y 5 de "Jaroso". Desde que nos bajamos del coche ya íbamos oyendo el tiroteo de los cierres, por lo que apresuramos la marcha.

Mi puesto, el 4 de la armada, en el mismo camino de acceso, tenía un bonito pecho enfrente muy limpio con un arroyón a mis pies, bastante sucio pero con claros que permitían el tiro. No era así a mi espalda, bastante sucio de jaras, tupidas y grandes como árboles. Estaba claro que el tiradero sería de frente y algo menos a mis lados, en el mismo camino a derecha e izquierda, pues no tenía buena visibilidad de los puestos colindantes y estábamos en línea, amén de ser un camino estrecho que poco tiempo me iba a dejar para tirar.
Desde que me coloqué, las carreras de las reses eran continuas. Cruzaron a mi lado varias ciervas que venían del cierre a mis espaldas, pero que solo oía correr tras de mí en aquel mar de jaras .

Poco después de la suelta hay varias ladras enfrente, de forma que veo como se descuelgan cinco cochinos casi seguidos. Primero uno, que se lleva 2 tiros y cruza por el carril pegado a la tablilla del puesto 3, después otro, que se lleva otros dos disparos y que me parece que va a cruzar algo más cerca de mi posición, pero que se hace esperar en su huida. Atento y preparado, pues si cruza más cerca mia lo puedo tirar hacia atrás, sin peligro para el puesto colindante, oigo una ladra justo en el arroyón, por lo que desvío un segundo la mirada, momento que aprovechó el marrano para jugármela, pues cuando volví a verlo ya estaba tapado en el monte. Delante los perros habían levantado una cierva y su cría.

Instantes después vuelven a pasar otros tres marranos juntos por el puesto de al lado, que se llevan unos cuantos tiros, pero se van arroyo abajo a la izquierda del afortunado montero, no hacia mi tiradero, como había hecho su predecesor. Después me enteraría que también se fueron a criar.

Al poco rato veo como a mi derecha, por el claro, baja otro marrano, solitario y sin achuchar por los perros. Va con un trote tranquilo y se dirige al puesto de Álvaro. Oigo un solo tiro y tengo la certeza de que lo ha abatido.

Continua la montería y las ladras se van alejando de mi postura, pero siguen cruzando ciervas por todos lados y el tiroteo es espectacular. Álvaro tira otros dos cochinos a sus espaldas, que veo desde mi posición, y aunque están a tiro, es difícil precisar el disparo por no llevar visor.

Así va transcurriendo la mañana, entretenida y en tensión por la cantidad de reses que hay en la mancha y que son bien levantadas por las rehalas, hasta que suenan las caracolas y nos recoge el postor.

En la junta de carnes hay un plantel muy bueno, con más de 40 reses, con algún venado bonito y alguna que otra boca.

El resto de compañeros no ha tenido suerte, pero todos estamos de acuerdo en que ha sido una muy buena montería aunque la suerte nos siga dando la espalda.

Como anécdota, comentar que una de las rehalas se desplazó desde Galicia, invitada por los organizadores del evento. Lástima no verlos cazar por mi armada, porque debe ser un espectáculo observar cazar estos perros de rastro.

El trabajo de todos los perros fué digno de elogio, pues se les vió trabajar muy bien, peinando perfectamente el monte sin parar un momento y perfectamente sincronizados. Esta claro que el éxito de la montería se debió en gran medida al esfuerzo de unas rehalas tan bien conducidas.



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