jueves, 20 de julio de 2017

Me siento un "héroe"...ignorado.

La tarde de ayer se presentaba calurosa, con algo de viento pero propicia para hacer una visita al tramo del río que más frecuento, para ver su caudal, ver su fauna e intentar engañar algún ciprínido con la mosca.
Lo que inicialmente no dejaba de ser algo rutinario, se convirtió en una pesadilla que incluso no me ha dejado conciliar el sueño.


En cuanto bajé del coche aprecié que el río había cambiado. Comencé a caminar aguas abajo y la impresión fue alarmante. Rodadas de las excavadoras por doquier, nuevo cauce del río, construido artificialmente...y un tramo incomunicado del curso principal. Un tramo de unos 100 metros que habían aislado haciendo un talud en su entrada y otro en su salida. Un tramo donde siempre había corriente se había convertido en un estanque donde a duras penas sobrevivían una gran cantidad de barbos de distintos tamaños: Alevines, adultos, medianos...



En esa situación, el crecimiento de espadañas, carrizos, algas y demás vegetación, y la eutrofización de las aguas, va a consumir muy rápido el oxígeno, y con el calor reinante en estas latitudes en esta época del año, el futuro de los peces es fácilmente imaginable.


Llamé al 112 a las 18:10 de la tarde, denunciando tal situación. Me dijeron que activarían a los recursos necesarios para hacer frente a esa emergencia. Allí permanecí hasta las 19:45 sin recibir visita ni llamada alguna de la posible ayuda que iban a enviar.

En ese largo rato contacté con algunos compañeros pescadores y un agente de medio ambiente, que me tranquilizó y me dijo que había hecho lo correcto.

Esta mañana volveré al escenario, a ver si han dado alguna solución o si alguien se persona para levantar un atestado.

Ahora pienso que si no hubiese ido de pesca y denunciado la situación, nadie se habría enterado de lo ocurrido. ¿Cuántas situaciones como está se dan a diario en nuestros ríos, sin que nadie sepa nada?



Segunda parte...continua la indiferencia.

Esta mañana he vuelto, a ver si alguien había hecho algo.
La maquinaria estaba trabajando en el cauce del río, sacando ingente cantidades de áridos con enormes camiones con remolques. He hablado con uno de los conductores, pero se ha limitado a decir que estaba haciendo su trabajo y que hablase con su jefe. Una cadena en el camino (no sé si muy legal porque es de servidumbre para las fincas adyacentes) me ha impedido acercarme con el coche; además, prefería el apoyo de algún agente de Medio Ambiente u otra autoridad antes que "enfrentarme" solo con los responsables.

He vuelto a llamar a 112, contestándome que la información de ayer continuaba abierta, habiéndose notificado a los grupos de acción pertinentes (SEPRONA, INFOCA, etc). Le he indicado a la operadora que todo estaba igual y que nadie me había llamado ni tenía conocimiento de que se hubiesen personado en el lugar de los hechos. Insistí en que permanecería allí hasta las 10 de la mañana.

Nadie ha hecho acto de presencia y nadie me ha llamado para requerirme información. 

Son las 11:30 cuando termino de escribir esta entrada. El teléfono sigue sin sonar, y el tiempo de vida de los barbos se acorta.













lunes, 1 de mayo de 2017

Siempre estarás con nosotros.

El pasado día 26 de Abril nos dejó Kala, nuestro familiar canino. Una leucemia se la ha llevado muy rápido, sin apenas darnos tiempo a asimilar su pérdida.

A pesar de sus casi 12 años todavía gozaba de salud y fuerzas suficientes para estar una jornada acompañándonos a Álvaro y a mi persiguiendo patirrojas, la especie que más le gustaba cazar, junto con el zorzal.

En estos días tan tristes, he recordado junto a mis hijas tantos momentos inolvidables desde que desembarcó en nuestro hogar un 23 de diciembre de hace tantos años.
Venía desde Zamora, en un transportín demasiado pequeño para su comodidad. Llena de suciedad no encontramos ninguna peluquería canina que la adecentase un poco, por lo que de la mejor manera posible la aseamos en casa. Llegó por sorpresa y no teníamos nada preparado para alimentarla. Todo fueron prisas aquellas primeras horas, pero ya calaba en nuestros corazones por su quietud y mirada tan noble.



 Nos hizo pasar muy malos ratos, como cuando una infección por parvovirus casi se la lleva. O cuando una piometra estuvo a punto también de arrebatárnosla. Pero era fuerte y siempre sacaba fuerzas para continuar a nuestro lado...y cuanto se lo hemos agradecido.

Sin lugar a dudas ha sido un miembro más de nuestra familia. Incluso se ha hecho querer por personas que nunca han comprendido lo que significa tener un can en casa.
Siempre alegre y buscando la compañía de algún miembro del clan, nos ha hecho pasar momentos muy felices, no sólo en la caza que desde luego era su afición preferida, sino en el día a día. Nadar en la playa, jugar en el patio de casa, siempre dispuesta a darnos un poco de felicidad.

Nos ha sabido a poco tu estancia con nosotros...





 Gracias amigo Pedro por el gran regalo que nos hiciste. Todos la hemos querido como un miembro más, y todos lloramos su pérdida.

Allá arriba te encontrarás con muchos amigos, cazadores que también te han conocido, y a otros de tu especie que también formaron parte de mi familia. Todos cuidarán de ti.


domingo, 23 de abril de 2017

Regreso a Palencia

Descanso y caza es lo que buscábamos mi amigo Pedro y yo en estos escasos días en Palencia, después de tantas vicisitudes acontecidas en estos últimos meses, tanto familiares como laborales, y siempre echando de menos la otra pata de la mesa cuya compañía añoramos.

La experiencia anterior fue tan gratificante que habíamos planificado con bastante antelación el regreso a estas tierras que tantas alegrías nos han dado en estos últimos años. Viajar tanto a Burgos como a Palencia, como al norte en general, es una cita obligada todas las primaveras, y no sólo con la excusa de la caza, sino por tanta oferta de descanso, de cultura, culinaria...

Parada obligada ha sido este año en Olmedo, para degustar el lechazo tan exquisito del terreno...no me he resistido a subir una foto del ágape.




Después de 10 largas horas de camino llegamos a nuestro destino, Villorquite del Páramo, donde nuestro ya amigo Ángel nos había reservado la misma casa rural que nos alojó el pasado Julio y dónde tan cómodos nos encontramos.



 A la mañana siguiente comenzamos a explorar las zonas tan querenciosas que vimos en nuestra última visita. Me sorprendió ver un terreno tan seco y con tan escasas siembras de cereal, en contraposición al pasado año. Ha llovido poco y el campo lo nota; el verdor no era tan intenso y el polvo lo ocupaba todo...

Sin embargo desde el primer momento si que observamos mayor densidad de corzos, menos hembras que en la primavera pasada y más machos, aunque jóvenes y con trofeos incipientes, poco atractivos a pesar de tener la cuerna completa.

Las perspectivas eran halagüeñas y teníamos la certeza de poder cazar un buen trofeo.


 


Y el lance no se hizo esperar.

Después de una mañana revisando campo sin ver ningún trofeo interesante, decidimos que por la tarde realizaríamos una espera en un vallejo que tanto nos gustó en nuestra última visita y donde quedó un buen corzo que fallamos tanto Pedro como yo, y que tantas veces hemos recordado.

Quedó mi acompañante con nuestro guía y anfitrión en un bosque de pinos mientras yo tomaba posición en el otro extremo del valle, dando vistas a una esquina muy querenciosa y donde por la mañana ya habíamos visto algunos corzos.

Había que esperar tumbado para no estar demasiado expuesto. Además de ser una posición cómoda, es la que más me gusta para disparar, con la que tengo más confianza y me encuentro más seguro.

Al poco empiezan a aparecer corzos y corzas, hasta contabilizar 4 en un palmo de terreno. Lástima no haber tenido a mano un buen aparato de vídeo para haber grabado escenas con los cérvidos jugueteando.

Así transcurrió más de una hora, con los corzos a menos de 100 metros pero sin distinguir ninguno interesante. 

Eran ya las 21'10 h. y estaba a punto de regresar en busca de mis compañeros, cuando al realizar una última inspección de todo el terreno a mi alcance distingo un corzo de culo, sin ver aún si tenía buen trofeo. Estaba comiendo en la linde de los pinos y no elevaba la cabeza. Tras una corta espera la levanta y le veo una cuerna larga y completa. Era un bonito corzo y decido tirar. El medidor marca 269 metros, poca luz...no son unas condiciones muy favorables pero el bípode me da mucha confianza así que...tiro perfecto !!!





Pedro y Ángel se acercan a mi postura para ver el corzo; han tenido también un buen puñado de ellos en su punto de mira, pero ninguno era el ejemplar que buscaban. Precintamos el ejemplar y volvemos a casa para aviar el bicho y dejarlo al sereno.

Los dos días siguientes buscamos algún buen ejemplar para Pedro, pero no se presenta, por lo que tenemos una perfecta excusa para volver a aquellos pagos.

Ni que decir tiene que el lomo de corzo, preparado de una forma tan simple, estaba exquisito...y queda corzo para rato !!!!





viernes, 3 de febrero de 2017

Rececho anual en el coto social



Son ya muchos años los que llevo recechando monteses, más hembras que machos, porque la dificultad es similar ( a veces incluso más complicadas) y el precio mucho menor.
Siempre me invade una alegría especial cuando esta modalidad de caza la realizo en el coto social de mi pueblo. El año pasado tuve la fortuna de recechar un precioso macho; este año me ha correspondido una hembra, con cuya caza he disfrutado de nuevo de un bonito rececho acompañado de mi hermano de pólvora.


No ha sido un rececho especialmente duro físicamente, aunque si ha sido largo su desenlace, pues pasaron más de 3 horas desde que descubrimos nuestro objetivo hasta poder realizarle una buena entrada que nos colocó a escasos 20 metros.
Disparo perfecto, de arriba abajo, con cabra tumbada mostrando su dorso y que no se percató de nuestra presencia. 
Era una cabra bastante vieja, aunque sin gran desarrollo de la cuerna. Presentaba zonas del pelaje sospechosas de sarna, por lo que lo considero como un animal ideal para abatir.









lunes, 10 de octubre de 2016

Bricolaje en el Toyota Landcruiser corto

El maletero del Toyota , dadas sus reducidas dimensiones, no permite un exceso de equipaje cuando cazas, sobre todo si van 2 ó 3 personas con sus herramientas, perros y demás enseres.
He estado dándole vueltas al problema y aunque inicialmente me decanté por un transportín externo en la bola del remolque (tipo Tow Box) tuve que desistir porque la rueda de repuesto del portón trasero limita su funcionalidad. Ni pensé siquiera en un remolque con ruedas por lo que ocupa de espacio y la incomodidad que supongo para los canes.

Algunos amigos han fabricado modelos acordes con sus necesidades y el tamaño de sus perros. Gracias a su ayuda he podido diseñar este transportín, bastante cómodo para el can y que permite sin grandes apreturas llevar escopetas, agua, chalecos y demás archiperres. Entre otras cosas evitas manchar el maletero con pelos, barro y suciedad de los perros y, lo más importante, es desmontable, de quita y pon, por lo que si no lo necesitas vuelves a colocar la bandeja de maletero y asunto arreglado.

Los materiales son fáciles de conseguir y baratos; cortes de chapón marino, bisagra de piano, cola para madera, cola para moquetas, pegamento de contacto, pavimento de caucho o plástico, tirafondos y moqueta.
El coste total no ha superado los 80 euros y ha sido un entretenimiento gratificante y pienso que es una buena solución para cualquier tipo de vehículo, sólo hay que realizar un diseño válido.

En el vídeo aparece una rejilla para evitar que los perros manchen el interior de la puerta trasera, pero la he quitado por no ser necesaria.

Espero que os guste.




jueves, 11 de agosto de 2016

Barbos en el estío

Ayer el día amaneció algo más fresco de lo normal por estos pagos. Tras unos días de intensísimo calor parece que Agosto da una tregua.

Hacía ya muchas semanas que no remojaba las imitaciones que en tan ingente cantidad había montado con la esperanza de tener un buen año de pesca. 
Prohibición de sueltas en el coto truchero intensivo que frecuentaba, prohibición de pesca en embalses cercanos a casa por la presencia del mejillón cebra, salvo en zonas delimitadas, de escasa longitud y "feas" para la cola de rata... Visto el panorama no queda otra que acudir al tramo de río que con más frecuencia visito, con buena población de barbos pero que cada vez son más selectivos.





Todavía con buen caudal a pesar de lo avanzado del verano, se veían bastantes torpedos deambulando por los remansos y en algunas correntías, escasas ya.
Imaginé que el escarabajo o el grillo podían ser buenas elecciones, si bien no se veía ninguno comiendo arriba.
Monté un bajo del 18 y una imitación de escarabajo de foam.

Ante la indiferencia de mis objetivos, a pesar de utilizar varias imitaciones flotantes, decidí cambiar a una ninfa no muy plomada, de lento hundimiento gracias al saco alar de foam.

Lance a un pequeño grupo de barbos a la sombra de unos carrizos. Fue caer y uno de ellos se dejó engañar por la imitación. Veloz carrera y a contener el ímpetu de la picada hasta cansarlo y poder llevarlo a la sacadera. Eran las 7 de la tarde y no empezaba mal, por lo menos ya había tocado escama. Foto y devolución al río.



Tras esta captura todos los barbos de la zona desaparecieron, asustados tanto por mi presencia como por las carreras del torpedo capturado. 

Busqué otro apostadero, en esta ocasión en una corriente que desaguaba a una poza tapada por un enorme taraje y muchos troncos sumergidos. En la corriente se veían claramente varios buenos ejemplares alimentándose entre las piedras. Lanzar no iba a ser difícil, pero si que iba a ser complicado impedir que la captura se abrigase en la poza, donde una rotura era lo más probable. Y así ocurrió. Buen lance y noto un leve desplazamiento de uno de los barbos, doy el cachete y mi adversario corre como loco a resguardarse en la poza. Saca línea sin dificultad hasta que logro controlarlo, por poco tiempo porque, como temía, rompió en bajo con algún tronco o roca sumergida.

Reposo un ratito, echando un cigarro a la sombra de los eucaliptos, esperando que los barbos volviesen a salir a la corriente y pensando como entrar de nuevo y evitar lo ocurrido antes.

A los 15 minutos la corriente está nuevamente repleta de barbos pero no veo posibilidad de tener éxito. Lo intento con un lance más alejado, dejando derivar la imitación e intentar darle menos tiempo al pez para que se oculte. Estoy bien tapado por unos carrizos así que regulo la dureza del freno y lanzo. Al cuarto intento un barbo sucumbe de nuevo a la imitación pero rompe el bajo de forma casi instantánea. No hay manera.

Cambio de lugar, río abajo, andando inmerso en cavilaciones sobre los lances ocurridos. Veo otro grupo de barbos deambulando por el río, acercándose a otra pequeñísima corriente en una gravera con medio palmo de agua, donde además observo varios barbos con la aleta dorsal en superficie. Lanzo hacia ellos y engancho uno, que tras una bonita pelea puedo acercar a la orilla. Ni que decir tiene que de nuevo han desaparecido todos los barbos de la zona. Son las 8'30 y decido volver al coche. Sé que a partir de esta hora es cuando se tienen que activar, sobre todo para pescarlos a seca pero estoy bastante cansado y obligaciones familiares me obligan a ello.

Ha sido una corta pero bonita tarde, en la soledad del río, solo acompañado por el rumor de las aguas.

















lunes, 1 de agosto de 2016

Rondeño en mi coto

Es muy difícil expresar las sensaciones y la satisfacción que sentí a finales de noviembre pasado cuando cacé mi primer macho montés en los terrenos de mi coto social, el coto donde me inicié como cazador y que tantas alegrías venatorias me ha proporcionado. 
Sin duda, el rececho de este macho será siempre un recuerdo imborrable, y muestra del agradecimiento que le tengo a esta sierra que tantas veces he pateado, a veces sin resultados,  pero que siempre me ha sorprendido tanto por su belleza recóndita como por su dureza, y que sin duda merece mucho respeto.

Siempre había recechado hembras, no por ser más fáciles de cazar, sino por no tener la certeza de poder abatir un buen macho.
Aunque alguno ya se había cazado, incluso se habían visto algunos buenos trofeos, me parecía una empresa complicada, que requería además de fortuna un subir continuo a la sierra y dar con un buen ejemplar, pues no suelen permanecer por el terreno mucho tiempo.

Fuí agraciado con uno de los permisos del coto, así que el día señalado subí junto con uno de los guardas, Miguel, nuestro amigo Chema y mi hermano de pólvora, a buscar mi ansiado trofeo, he de reconocer que un poco incrédulo.






Comenzamos la ascensión siguiendo los mismos pasos que cada vez que recechamos, pero divididos en dos grupos para intentar otear mayor extensión de terreno.
Comenzaba a despuntar el sol por la cresta de Peñarrubia, dándonos de frente y dificultando la visión de las terrazas en umbría, además de estar bastante expuestos a la vista de las monteses. Comentaba con mi compañero que como saliese un macho enfrente no lo iba a poder tirar por el dichoso sol.




En un pequeño descanso que hicimos para otear nuestros alrededores, veo una hembra mucho más abajo, a nuestra derecha, comiendo tranquilamente en una cañada cuya salida estaba justamente delante nuestra.
A su lado, casi invisible por la maleza, veo un macho que me parece muy bueno, pero que no distingo bien por la lejanía. Se lo indico a Álvaro, que me hace señas de que es muy bueno. Vuelvo a enfocarlo y estoy conforme con su apreciación. Ahora...¿cómo le entramos?. Está muy bajo, en la umbría y nosotros a pleno sol y encima de él. Un disparo tan largo (más de 500 metros) no lo considero ni por asomo. Decidimos esperar a ver si el macho sube por la cañada hasta acercarse a un punto que permita asegurar el disparo, así que nos preparamos para la espera, yo colocando el rifle y mochila para tener un buen apoyo, además de medir las distancias hasta donde asegurar el disparo, y Álvaro sin perderlo de vista. El sitio más alejado estaba a 250 metros, culminando una cresta enfrente. Si todo salía bien podría disparar a 100 metros.

Poco a poco el macho va subiendo, muy lentamente, aunque confiado.


Lo tengo en la salida de la cañada al llano, unos 100 metros, cuando decido encararlo. El sol no me permite verlo con claridad: se mete luz en el visor y no me permite apuntar con garantías. Disparo y no toco pelo, pero al macho solo se le nota sorprendido. Vuelvo a encarar y el mismo problema: no lo veo con claridad. Se ha alejado un poco de nosotros, hacia la umbría de enfrente, pero lo tengo cerca aún. Vuelvo a disparar y nuevo fallo. Los nervios empiezan a pasar factura. Emprende ya veloz carrera para perderse en la cresta. Solo me va a permitir un nuevo disparo. Me tranquilizo, monto el pelo y lo voy siguiendo intentando minimizar el efecto del sol enfrente hasta que lo veo en un claro a punto de trasponer la cuerda. Disparo, sin verlo con claridad,  y veo que cae hacia atrás. Álvaro no daba crédito, incluso estaba más nervioso que yo.


Medimos la distancia del disparo y marcaba 235 metros. Gran tiro, sin duda, aunque tendría que haber acertado antes.


Llamamos a nuestros acompañantes e hicimos las fotos de rigor, todos inundados de alegría tras haber dado caza a este buen macho: 8 años, 63 cms. de largo y 23 cms. de bases.


























Por tierras de Palencia

Ante todo pedir dsculpas por mi larga ausencia, por si hubiese algún seguidor de mi blog.

Durante este tiempo de silencio me han ocurrido muchas vivencias, que intentaré subir en próximas fechas. Algunas de estas vivencias la  hemos soportado (y aún lo hacemos) los aficionados a la caza y a la pesca, llámese legislación sobre especies alóctonas.


Este año decidí subir a cazar por nuevos pagos; tierras palentinas desconocidas cinegéticamente, pero que me han sorprendico por su riqueza histórica y cinegética, amén de sus bellos cotos de pesca que no he podido conocer, aunque algún amigo bloguero me recomendó. Ya habrá lugar.


He tenido que subir en dos ocasiones: La primera en Abril, casi iniciada la temporada de caza de los duendes. Vimos una buena población de corzos, quizás exceso de hembras, pero no pudimos abatir ninguno. Siempre hay excusas para los fallos y en este caso no va a ser menos: mi acompañante no tenía centrado su rifle y el que les escribe se dejó llevar por la precipitación, cometiendo fallos de cazador novel. En fin dos corzos fallados por cada uno. No hubo tiempo para más, cinegéticamente hablando, pero si que lo hubo para conocer lugares históricos que nos sorprendieron, como la Villa Romana de la Olmeda, auténtica joya histórica perfectamente conservada, el casco antiguo de Saldaña, casas señoriales, museos...y su gastronomía, que nos satisfizo plenamente en sus originales restaurantes, además de conocer varios tramos de pesca, tanto intensiva como acotados, en el río Carrión.









En nuestro segundo viaje, y gracias a la gentileza de nuestro anfitrión, nos hospedamos en una preciosa casa rural, cercana al área de caza y que nos ha permitido un descanso más amable que en el hostal que ocupamos en nuestra primera visita.
No íbamos muy convencidos de nuestro éxito, pues ya nos comentaron que había poco celo y los corzos no se dejaban ver.
Nada más llegar a nuestro destino, y tras organizar alojamiento, accedí con nuestro guía a efectuar un rececho a pesar de lo tardío del horario y del cansancio del viaje. Mi acompañante desistió y quedó en el alojamiento para refrescarse y descansar. Quedaban cuatro días por delante y no había porqué precipitarse, pero a uno lo llama el monte y no se puede resistir.



 Las siembras ya nada de tenían que ver con Abril. Del verde de los incipientes brotes primaverales habíamos pasado a inmensas extensiones de cereal por recolectar, trigo, cebada, alfalfa...y pequeños veneros que aún tenían agua en buena cantidad, permitiendo una buena población de codornices que acudieron al reclamo sin dudar.
Corzos se veían pocos. Después de una larga hora de rececho por lindes donde en primavera los vimos sin problema, ahora se mostraban esquivos y solo pudimos ver una hembra con su corcino.
De vuelta al coche, con muy poca luz, adiviné algo moviéndose paralelo a un arroyo, a más de 200 metros. Ángel lo valoró y me dijo que merecía la pena intentarlo.
Me tumbé en el rastrojo y pude centrarlo en la mira con un buen apoyo, gracias al bípode recientemente adquirido. Primer tiro fallido, pero el corzo no se inmuta y permite un segundo disparo que esta vez es perfecto. Ahora a buscarlo...
Hecho un ovillo y camuflado perfectamente en el terreno, además de la oscuridad y la larga distancia del disparo, nos costó más de media hora dar con él.
A pesar de la incertidumbre el viaje empezaba bien. Corzo completo, con largas luchaderas, aunque corto. Buen perlado y bonito lance. Satisfecho.




Al día siguiente decidimos realizar esperas en lugares querenciosos y solo intentar la aproximación recechando si veíamos algún corzo interesante.
En una de esas esperas pude completar mi cupo, pues me entraron al puesto con el reclamo dos corzos, que no quise disparar por no tener un trofeo adecuado. Uno de ellos estuvo a escasos 10 metros de mi posición y pude distinguir su trofeo con total claridad. El otro un corzo muy joven que se acercó como poseído al reclamo desde más de 500 metros. 


Pedro, sin embargo, no tuvo tanta suerte y no pudo ver ningún corzo hasta el sábado, cuando abatió el suyo en un lance memorable que tuve la suerte de disfrutar en la distancia, observando los movimientos de mis dos compañeros de caza y que realizaron un rececho con auténtica maestría en un lugar bastante complicado, y a pesar de las dificultades que tanto el disparo como la aproximación entrañaban para mi compañero de excursión. Satisfacción total.




Con los deberes a medio cumplir, pero satisfechos de la experiencia corcera, sin agobios horarios y disfrutando plenamente del campo, volvimos a casa, disfrutando cada lance y cada momento vivido. Hemos disfrutado mucho, lo hemos pasado muy bien y encima hemos recechado dos bonitos corzos palentinos.
Yo volveré, pero además cargado de moscas y cañas, porque Palencia es lo que más se parece a mi soñado paraíso.

sábado, 10 de enero de 2015

De zorzales, recechos, batidas y monterías.

Vayan por delante mis mejores deseos para el año recién estrenado a todos los lectores de este pequeño blog, al que tengo abandonado desde hace unos meses.

Tras una desastrosa temporada de caza menor, donde no he visto apenas patirrojas, a las que ni he disparado, he volcado mi interés cinegético en el tiro al zorzal, que hacía dos años que no practicaba y que fue mi escuela en los primeros años de ejercicio de la caza, donde me eduqué en el tiro, en las medidas de seguridad y en el respeto al campo.

He vuelto a cazar en mi añorado coto de Colmenar, compartiendo el coste con 6 socios más, pero sólo con permiso para tirar zorzales, echando de menos las largas jornadas en un terreno duro como pocos detrás de las perdices, bravas y puras como ya no quedan.

Al menos Kala ha podido mantener cierta actividad, ejercitándose en el cobro y acompañándome en estas cortas tardes de caza al paso.





Aunque aún no ha terminado la temporada, no se han realizado buenas tiradas; algunos días mejores que otros, pero parece que este año tampoco ha sido bueno de zorzales en general. La climatología desde luego no ha jugado a nuestro favor, pues las temperaturas son todo menos invernales. A buen seguro que febrero será mejor mes, pero la veda ya se habrá echado.

Con todo, me considero satisfecho con las escuetas perchas que he logrado, sobre todo por el buen trabajo de la perra en un terreno donde el cobro es muy difícil , y el sosiego de estar en el campo ajeno a preocupaciones durante unas horas.

La munición que he empleado ha sido Saga Export de 32 gramos y plomo 9. Durante unos días utilicé también un cartucho italiano de 30 gr. fabricado por RC, sobre todo por usar escopeta paralela y mejorar el retroceso, pero he tenido que volver a los Saga por no haceme a ellos. Y es que cuando uno se acostumbra a un cartucho y va bien, para qué cambiar...

Respecto a la caza mayor, son escasas mis salidas, siendo más productivas cuando me acompaña mi hija, y sólo cuento en el haber un bonito venado selectivo y algunas ciervas de descaste. En el debe algún fallo a los escurridizos cochinos y otro, inesperado e increíble, en rececho de muflón, del que espero desquitarme pronto.

Espero que en las pocas salidas que me restan la suerte la tenga de cara, que ya va siendo hora.