jueves, 11 de agosto de 2016

Barbos en el estío

Ayer el día amaneció algo más fresco de lo normal por estos pagos. Tras unos días de intensísimo calor parece que Agosto da una tregua.

Hacía ya muchas semanas que no remojaba las imitaciones que en tan ingente cantidad había montado con la esperanza de tener un buen año de pesca. 
Prohibición de sueltas en el coto truchero intensivo que frecuentaba, prohibición de pesca en embalses cercanos a casa por la presencia del mejillón cebra, salvo en zonas delimitadas, de escasa longitud y "feas" para la cola de rata... Visto el panorama no queda otra que acudir al tramo de río que con más frecuencia visito, con buena población de barbos pero que cada vez son más selectivos.





Todavía con buen caudal a pesar de lo avanzado del verano, se veían bastantes torpedos deambulando por los remansos y en algunas correntías, escasas ya.
Imaginé que el escarabajo o el grillo podían ser buenas elecciones, si bien no se veía ninguno comiendo arriba.
Monté un bajo del 18 y una imitación de escarabajo de foam.

Ante la indiferencia de mis objetivos, a pesar de utilizar varias imitaciones flotantes, decidí cambiar a una ninfa no muy plomada, de lento hundimiento gracias al saco alar de foam.

Lance a un pequeño grupo de barbos a la sombra de unos carrizos. Fue caer y uno de ellos se dejó engañar por la imitación. Veloz carrera y a contener el ímpetu de la picada hasta cansarlo y poder llevarlo a la sacadera. Eran las 7 de la tarde y no empezaba mal, por lo menos ya había tocado escama. Foto y devolución al río.



Tras esta captura todos los barbos de la zona desaparecieron, asustados tanto por mi presencia como por las carreras del torpedo capturado. 

Busqué otro apostadero, en esta ocasión en una corriente que desaguaba a una poza tapada por un enorme taraje y muchos troncos sumergidos. En la corriente se veían claramente varios buenos ejemplares alimentándose entre las piedras. Lanzar no iba a ser difícil, pero si que iba a ser complicado impedir que la captura se abrigase en la poza, donde una rotura era lo más probable. Y así ocurrió. Buen lance y noto un leve desplazamiento de uno de los barbos, doy el cachete y mi adversario corre como loco a resguardarse en la poza. Saca línea sin dificultad hasta que logro controlarlo, por poco tiempo porque, como temía, rompió en bajo con algún tronco o roca sumergida.

Reposo un ratito, echando un cigarro a la sombra de los eucaliptos, esperando que los barbos volviesen a salir a la corriente y pensando como entrar de nuevo y evitar lo ocurrido antes.

A los 15 minutos la corriente está nuevamente repleta de barbos pero no veo posibilidad de tener éxito. Lo intento con un lance más alejado, dejando derivar la imitación e intentar darle menos tiempo al pez para que se oculte. Estoy bien tapado por unos carrizos así que regulo la dureza del freno y lanzo. Al cuarto intento un barbo sucumbe de nuevo a la imitación pero rompe el bajo de forma casi instantánea. No hay manera.

Cambio de lugar, río abajo, andando inmerso en cavilaciones sobre los lances ocurridos. Veo otro grupo de barbos deambulando por el río, acercándose a otra pequeñísima corriente en una gravera con medio palmo de agua, donde además observo varios barbos con la aleta dorsal en superficie. Lanzo hacia ellos y engancho uno, que tras una bonita pelea puedo acercar a la orilla. Ni que decir tiene que de nuevo han desaparecido todos los barbos de la zona. Son las 8'30 y decido volver al coche. Sé que a partir de esta hora es cuando se tienen que activar, sobre todo para pescarlos a seca pero estoy bastante cansado y obligaciones familiares me obligan a ello.

Ha sido una corta pero bonita tarde, en la soledad del río, solo acompañado por el rumor de las aguas.

















2 comentarios:

  1. Hola José Antonio, bonitos barbos. No es nada fácil engañar a estos peces, por eso su captura da una doble satisfacción. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario Carlos.
    No es fácil no, sobre todo cuando me ven tan a menudo.

    ResponderEliminar