lunes, 1 de agosto de 2016

Por tierras de Palencia

Ante todo pedir dsculpas por mi larga ausencia, por si hubiese algún seguidor de mi blog.

Durante este tiempo de silencio me han ocurrido muchas vivencias, que intentaré subir en próximas fechas. Algunas de estas vivencias la  hemos soportado (y aún lo hacemos) los aficionados a la caza y a la pesca, llámese legislación sobre especies alóctonas.


Este año decidí subir a cazar por nuevos pagos; tierras palentinas desconocidas cinegéticamente, pero que me han sorprendico por su riqueza histórica y cinegética, amén de sus bellos cotos de pesca que no he podido conocer, aunque algún amigo bloguero me recomendó. Ya habrá lugar.


He tenido que subir en dos ocasiones: La primera en Abril, casi iniciada la temporada de caza de los duendes. Vimos una buena población de corzos, quizás exceso de hembras, pero no pudimos abatir ninguno. Siempre hay excusas para los fallos y en este caso no va a ser menos: mi acompañante no tenía centrado su rifle y el que les escribe se dejó llevar por la precipitación, cometiendo fallos de cazador novel. En fin dos corzos fallados por cada uno. No hubo tiempo para más, cinegéticamente hablando, pero si que lo hubo para conocer lugares históricos que nos sorprendieron, como la Villa Romana de la Olmeda, auténtica joya histórica perfectamente conservada, el casco antiguo de Saldaña, casas señoriales, museos...y su gastronomía, que nos satisfizo plenamente en sus originales restaurantes, además de conocer varios tramos de pesca, tanto intensiva como acotados, en el río Carrión.









En nuestro segundo viaje, y gracias a la gentileza de nuestro anfitrión, nos hospedamos en una preciosa casa rural, cercana al área de caza y que nos ha permitido un descanso más amable que en el hostal que ocupamos en nuestra primera visita.
No íbamos muy convencidos de nuestro éxito, pues ya nos comentaron que había poco celo y los corzos no se dejaban ver.
Nada más llegar a nuestro destino, y tras organizar alojamiento, accedí con nuestro guía a efectuar un rececho a pesar de lo tardío del horario y del cansancio del viaje. Mi acompañante desistió y quedó en el alojamiento para refrescarse y descansar. Quedaban cuatro días por delante y no había porqué precipitarse, pero a uno lo llama el monte y no se puede resistir.



 Las siembras ya nada de tenían que ver con Abril. Del verde de los incipientes brotes primaverales habíamos pasado a inmensas extensiones de cereal por recolectar, trigo, cebada, alfalfa...y pequeños veneros que aún tenían agua en buena cantidad, permitiendo una buena población de codornices que acudieron al reclamo sin dudar.
Corzos se veían pocos. Después de una larga hora de rececho por lindes donde en primavera los vimos sin problema, ahora se mostraban esquivos y solo pudimos ver una hembra con su corcino.
De vuelta al coche, con muy poca luz, adiviné algo moviéndose paralelo a un arroyo, a más de 200 metros. Ángel lo valoró y me dijo que merecía la pena intentarlo.
Me tumbé en el rastrojo y pude centrarlo en la mira con un buen apoyo, gracias al bípode recientemente adquirido. Primer tiro fallido, pero el corzo no se inmuta y permite un segundo disparo que esta vez es perfecto. Ahora a buscarlo...
Hecho un ovillo y camuflado perfectamente en el terreno, además de la oscuridad y la larga distancia del disparo, nos costó más de media hora dar con él.
A pesar de la incertidumbre el viaje empezaba bien. Corzo completo, con largas luchaderas, aunque corto. Buen perlado y bonito lance. Satisfecho.




Al día siguiente decidimos realizar esperas en lugares querenciosos y solo intentar la aproximación recechando si veíamos algún corzo interesante.
En una de esas esperas pude completar mi cupo, pues me entraron al puesto con el reclamo dos corzos, que no quise disparar por no tener un trofeo adecuado. Uno de ellos estuvo a escasos 10 metros de mi posición y pude distinguir su trofeo con total claridad. El otro un corzo muy joven que se acercó como poseído al reclamo desde más de 500 metros. 


Pedro, sin embargo, no tuvo tanta suerte y no pudo ver ningún corzo hasta el sábado, cuando abatió el suyo en un lance memorable que tuve la suerte de disfrutar en la distancia, observando los movimientos de mis dos compañeros de caza y que realizaron un rececho con auténtica maestría en un lugar bastante complicado, y a pesar de las dificultades que tanto el disparo como la aproximación entrañaban para mi compañero de excursión. Satisfacción total.




Con los deberes a medio cumplir, pero satisfechos de la experiencia corcera, sin agobios horarios y disfrutando plenamente del campo, volvimos a casa, disfrutando cada lance y cada momento vivido. Hemos disfrutado mucho, lo hemos pasado muy bien y encima hemos recechado dos bonitos corzos palentinos.
Yo volveré, pero además cargado de moscas y cañas, porque Palencia es lo que más se parece a mi soñado paraíso.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena a Pedro y a tí por esos corcetes Palentinos!!

    un abrazo,

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  2. Enhorabuena por esos corzos palentinos. Mucha es tu afición corcera para hacer tantos km para rececharlos.

    saludos

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  3. Es un veneno, la verdad. Los kilómetros no importan si el destino es el que se desea.
    Saludos.

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