lunes, 1 de agosto de 2016

Rondeño en mi coto

Es muy difícil expresar las sensaciones y la satisfacción que sentí a finales de noviembre pasado cuando cacé mi primer macho montés en los terrenos de mi coto social, el coto donde me inicié como cazador y que tantas alegrías venatorias me ha proporcionado. 
Sin duda, el rececho de este macho será siempre un recuerdo imborrable, y muestra del agradecimiento que le tengo a esta sierra que tantas veces he pateado, a veces sin resultados,  pero que siempre me ha sorprendido tanto por su belleza recóndita como por su dureza, y que sin duda merece mucho respeto.

Siempre había recechado hembras, no por ser más fáciles de cazar, sino por no tener la certeza de poder abatir un buen macho.
Aunque alguno ya se había cazado, incluso se habían visto algunos buenos trofeos, me parecía una empresa complicada, que requería además de fortuna un subir continuo a la sierra y dar con un buen ejemplar, pues no suelen permanecer por el terreno mucho tiempo.

Fuí agraciado con uno de los permisos del coto, así que el día señalado subí junto con uno de los guardas, Miguel, nuestro amigo Chema y mi hermano de pólvora, a buscar mi ansiado trofeo, he de reconocer que un poco incrédulo.






Comenzamos la ascensión siguiendo los mismos pasos que cada vez que recechamos, pero divididos en dos grupos para intentar otear mayor extensión de terreno.
Comenzaba a despuntar el sol por la cresta de Peñarrubia, dándonos de frente y dificultando la visión de las terrazas en umbría, además de estar bastante expuestos a la vista de las monteses. Comentaba con mi compañero que como saliese un macho enfrente no lo iba a poder tirar por el dichoso sol.




En un pequeño descanso que hicimos para otear nuestros alrededores, veo una hembra mucho más abajo, a nuestra derecha, comiendo tranquilamente en una cañada cuya salida estaba justamente delante nuestra.
A su lado, casi invisible por la maleza, veo un macho que me parece muy bueno, pero que no distingo bien por la lejanía. Se lo indico a Álvaro, que me hace señas de que es muy bueno. Vuelvo a enfocarlo y estoy conforme con su apreciación. Ahora...¿cómo le entramos?. Está muy bajo, en la umbría y nosotros a pleno sol y encima de él. Un disparo tan largo (más de 500 metros) no lo considero ni por asomo. Decidimos esperar a ver si el macho sube por la cañada hasta acercarse a un punto que permita asegurar el disparo, así que nos preparamos para la espera, yo colocando el rifle y mochila para tener un buen apoyo, además de medir las distancias hasta donde asegurar el disparo, y Álvaro sin perderlo de vista. El sitio más alejado estaba a 250 metros, culminando una cresta enfrente. Si todo salía bien podría disparar a 100 metros.

Poco a poco el macho va subiendo, muy lentamente, aunque confiado.


Lo tengo en la salida de la cañada al llano, unos 100 metros, cuando decido encararlo. El sol no me permite verlo con claridad: se mete luz en el visor y no me permite apuntar con garantías. Disparo y no toco pelo, pero al macho solo se le nota sorprendido. Vuelvo a encarar y el mismo problema: no lo veo con claridad. Se ha alejado un poco de nosotros, hacia la umbría de enfrente, pero lo tengo cerca aún. Vuelvo a disparar y nuevo fallo. Los nervios empiezan a pasar factura. Emprende ya veloz carrera para perderse en la cresta. Solo me va a permitir un nuevo disparo. Me tranquilizo, monto el pelo y lo voy siguiendo intentando minimizar el efecto del sol enfrente hasta que lo veo en un claro a punto de trasponer la cuerda. Disparo, sin verlo con claridad,  y veo que cae hacia atrás. Álvaro no daba crédito, incluso estaba más nervioso que yo.


Medimos la distancia del disparo y marcaba 235 metros. Gran tiro, sin duda, aunque tendría que haber acertado antes.


Llamamos a nuestros acompañantes e hicimos las fotos de rigor, todos inundados de alegría tras haber dado caza a este buen macho: 8 años, 63 cms. de largo y 23 cms. de bases.


























6 comentarios:

  1. Genial Jose Antonio, el macho que es guapisimo.. y encima cazado en la tierra que te has criado, lo cual sin duda aporta valor tambien, te merecías ya ese poquito de suerte que tambien hace falta!!
    un abrazo

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    1. Gracias Pepe por tu comentario.
      A ver si nos vemos un día de estos, aunque la distancia es mucha.
      Un abrazo.

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  2. Los sufrimientos y desventuras de muchos años por la caza, quedan sobradamente recompensados con un día como ese, donde la diosa Diana nos guiñó un ojo.

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  3. Enhorabuena, y yo que me pensaba que solo había cabras en Gredos, jajaja

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    1. Gracias por el comentario Carlos.
      Ya ves que las hay por más sitios...

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    2. Gracias por el comentario Carlos.
      Ya ves que las hay por más sitios...

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