martes, 16 de febrero de 2010

Acabó la temporada de caza

Para rematar las escasas salidas al monte que me he permitido esta temporada, asistí a una montería entre amigos en Piedrabuena, justo el día de mi cumpleaños. A pesar de haber bastantes guarros en la mancha sólo dos amigos de la bien avenida cuadrilla pudieron cazar un marrano; pero lo mejor fue la noche previa al evento, cuando nos regalamos unas buenas viandas para la cena y una buena charla tras las copas del buen tinto de la tierra manchega.
El grupo de Piedrabuena

Como colofón a la temporada acompañé a mi amigo Pedro a un par de monterías de la peña montera de la que es socio, una peña fantástica de Puertollano, donde rebosa la buena amistad y camaradería. Hacía justo un año que estuvimos en la misma mancha, Navalesnilla, propiedad de un buen amigo de Pedro, Eduardo Garrigues, diplomático y escritor. La casualidad hizo que dos hermanos de Pedro coincidieran también.

La mancha estaba atestada de guarros. Antes de la suelta ya se veía movimiento de reses y los disparos no se hicieron esperar. Eduardo nos comentó al final de la cacería que había
contabilizado 215 disparos, y el resultado fue inesperado: 35 guarros y 7 venados.
Como es habitual la suerte nos fue esquiva y Pedro falló un
cochinete....¡¡¡ por la dichosa manía de tirar con el rifle apoyado en la vara en un cortadero !!!!!
Por nuestra postura pasaron bastantes guarros, aunque no dieron la cara, pienso que por ir las rehalas cazando en paralelo a las posturas. En cualquier caso estuvimos en tensión toda la mañana.




Navalesnilla, desde nuestra postura


Perro malherido en Navalesnilla


Después de la montería hicimos noche en Puertollano y la mañana siguiente continuamos cazando en Agudo. Montería para olvidar, sobre todo por la escasez de reses y la mala organización de las rehalas. Puestos, tanto en mío como el de Pedro, muy bonitos, encima de unos peñones con buen tiradero, aunque algo sucios.

Al final de la montería, con casi todos los puestos vacíos, un cochino se escurrió por mi izquierda. Lo oía, pero no dio la cara hasta que apareció en un claro a unos 70 metros. Le zumbé sin gran convicción, y le entró a Pedro, que según me dijo después, no sabía como la había fallado. Al menos si cobró una cierva, que estaban autorizadas.
Para colmo del desastre cuando llegamos a la junta ya no había nada que llevarse a la boca, así que una cerveza rápida y a tirar millas para Málaga.


Mi puesto en Agudo


Con esta breve crónica termina la temporada de caza, que se puede resumir en lo de siempre: La suerte este año ha sido tozudamente esquiva conmigo, como es habitual.

Ya las armas descansan bien limpias en el armero, los visores y demás
archiperres bien guardados. Toca ahora desempolvar las cañas, carretes....y empezar a montar moscas.

Se abre la temporada de pesca.

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